todo había cambiado...
Era como si las brisas hubieran traído un canto eterno
y se llevaran los sentimientos más fortuitos de cada persona.
Incluso el pueblo había cambiado,
las viejas calles pavimentadas de recuerdos y de historia,
fueron ampliadas y reemplazadas
por autopistas y vías rápidas.
Y aquellos recuerdos quedaron dilatados y suspendidos en el tiempo.
Todo había cambiado...
La abuela ya había muerto,
y el abuelo dejó su inhóspito taller en una casa antigua,
hecha cenizas por el silencio.
La abuela ya había muerto,
se había llevado consigo los relatos de muchas infancias
y muchos momentos recopilados por los años.
Después de los vientos de agosto
todo había cambiado...
El pueblo había perdido su inocencia,
la abuela había partido para siempre,
el taller inhóspito se había hecho cenizas en su soledad.
El viento había cambiado
y se había llevado un simple y quedo murmullo de adioses
Pereira,
23 de mayo de 1.995
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